Efímeros

Seres humanos. Parece tan grande el significado de ambas palabras y se nos llena tanto la boca al pronunciarlas, que podría parecer mentira lo frágiles que somos. Nosotros, que nos creemos los amos del mundo, los que todo lo pueden y los que todo lo saben, al final no somos más que un perfume volátil con el que el mundo se acicala; y tira a la basura cuando se ha cansado de su olor. Somos como un frágil cristal arriesgado a quebrarse en cualquier momento, como un recuedo efímero que se pierde en el tiempo y queda sepultado bajo la arena para nunca más ser rescatado. Cuando parece que todo va bien y que la felicidad empieza a florecer de nuevo, llega la vida y de un zarpazo te arrebata todo aquello que habías conseguido y por lo que habías luchado. Qué fácil es hablar y opinar desde el otro lado del camino, pero cómo duele cuando ese camino es el que tú recorres y los pies que tropiezan con las piedras son los tuyos. Duele, duele mucho llegar al trabajo con un nudo en la garganta, esperando ver las expresiones de la gente, tratando de adivinar si las noticias son algo mejores que ayer. Duele recordarte hace unos días sonriendo y saltando por los pasillos, sabiendo que hoy te debates entre la vida y la muerte. Hoy sólo quiero aferrarme a la idea de que pronto volverás a estar entre nosotros.