Palillos
Desde los tiempos más remotos de mi infancia había pensado en la dificultad que debía suponer comer con palillos. Veía en la tele a los chinos y japoneses dominando las artes de tan ilustre instrumento y no podía creer la habilidad con la que se manejaban para comerse el arroz. Pero hace un mes aproximadamente, tuve la oportunidad de comprobar por mis propios méritos que la dificultad se agrava, cuando la persona que intenta comerse un trozo de pato japonés no es un humanoide de ojos rasgados, sino yo. Lo primero que aturdió mi pensamiento fue el echo de ver dos palillitos de madera encima de la mesa, envueltos en su papel con letritas japonesas, sin ningún cubierto con pinta de tenedor o cuchara pululando por los alrededores. Me armé de valor, despegué los palillos y empecé a "comer"...
Los camareros, japoneses ellos, pasaban de un lado a otro de la sala mirando de reojo hacia mi mesa y no me extraña, debía ser la única persona en todo el restaurante a la que los palillos se le cruzaban. Muy amablemente se acercaron y nos enseñaron tanto a mí como a mi acompañante a manejar aquella arma cargada por el diablo y que tanto ridículo me estaba haciendo pasar. Después de varios intentos, los palillos seguían llegando vacíos a mi boca...¿será que el shushi pesaba demasiado? Una vez finalizada la cena, no sin antes beberme un té que olía como las algas podridas de la playa, me di cuenta de que las instrucciones de cómo usar los palillos estaban en la parte trasera de la carta. Palillos 1 - Lyzzie 0.
Cómo pasar un día besugo
Después de tres días intentando adecentar el blog, por fin lo he conseguido (auqnue no del todo). ¿Dónde se ha ido el sábado? Me he pasado horas absorbida por la pantalla del ordenador, dándole vueltas a lo mismo una y otra vez y no sale. Me tiro de los pelos, pero no sale. Me doy cabezazos contra la pared y sigue sin salir. Tengo que reconocer que el Movable Type me ha vencido...por hoy...mañana lo seguiré intentando. Gracias Nakana por el encabezado!!
Fotocopiamoda chipiritifláutica
Esta mañana, mientras mis manos se aferraban con fuerza a la barra del vagón y mis párpados luchaban por mantenerse firmes, creí tener una cruel pesadilla. Hasta que mi desaliñado cerebro dejó de jugar conmigo y me mostró una porción de la efímera realidad, no fuí consciente de lo que mis ojos legañosos y aún aturdidos por el sueño estaban viendo. Pero estaban allí, yo las vi. Un círculo formado por unas cinco jóvenes se cerraba ante mi presencia. Pantalón pirata de bajo vuelto, medias de rejilla, zapatitos de tacón abrochados en el tobillo, abrigo de plumas de colores variopintos...esos eran los atuendos de cada una de las susodichas cuyos rostros eran la única muestra de que jamás compartieron un mismo óvulo, ni siquiera la misma matriz.
Una vez más la pregunta hizo eco en mi pensamiento: "¿Por qué van todas iguales? Parecen fotocopias", a la vez que comprendía que durante una temporada más debería conformarme con mi ropa (normal), sin tener opción a cambiar de vestuario. La llegada a mi destino consiguió abstraerme por fin de tan repetitiva reflexión.
Hoy mandamos nosotros
Hoy es el día de gritar, gritar bien fuerte para que todos aquellos que no quisieron escucharnos se enteren de que España es democrática y lo que vale es la voz del pueblo. Hoy podemos gritar en contra de la mentira, la manipulación, el terrorismo...Hoy podemos gritar a favor de la PAZ. Hoy mis indignadas manos han dejado caer en las urnas un NO AL PP rotundo y aclamador de la verdad.
Hoy me siento orgullosa de poder alzar la voz y que mis palabras no queden suspendidas en el viento.
Sin palabras
Indignación e impotencia, es lo único que ahora mismo me pasa por la mente, no tengo palabras. Es vergonzoso, 186 muertos y 900 heridos y los que aún quedan por sumar. Es intolerante, es incomprensible, por más que lo intento no logro comprenderlo. Tanta maldad queda fuera de mi entendimiento y mi razón. Señores políticos, dejen sus campañas electorales a un lado, necesitamos una solución, necesitamos que no muera más gente inocente, necesitamos gritar un ETA NO definitivo.
La vida, esa viuda negra
Muchas veces me pregunto qué es la vida. Podría hacer miles de metáforas que encajarían con la realidad, per ¿existe esa realidad? No podemos saber si estamos inmersos en un sueño, ni siquiera si somos reales.
La vida es como un juego en el que somos piezas de marfil guiadas por un dado, ese dado que es el destino. He escuchado miles de veces que la vida es como una noria que da vueltas y más vueltas y nunca sabes en qué momento parará. ¿Vivimos una noria? Si me siento a reflexionar un momento, puedo advertir que estamos en una continua ruleta, que vivimos marcados por un ciclo. Para ser feliz, antes tenemos que conocer el sufrimiento y una vez que alcanzamos la felicidad, volvemos a caer en la penumbra, en la tormenta, en los llantos y lamentos...y volvemos a empezar en el punto de donde partimos.
Tenemos que volver a aprender a mantenernos en pie, a controlar nuestra emociones y sentimientos, aunque resulten indomables e ininteligibles.
La vida es una ola que nos envuelve con su blanca espuma, nos atrae hacia su centro más diabólico y luego nos rechaza sin compasión, olvidando nuestro paso ante sus caminos y borrando las huellas de nuestros zapatos para siempre.
Para vivir hay que soñar, pero ¿qué son los sueños sino partes irrealizables de nuestra vida?
Muchas veces llamamos locas a personas que difieren de nuestros pensamientos, que, a nuestro entender, actúan de forma extraña pero ¿quién nos dice que no somos nosotros los locos? Es posible que tengamos tendencia a pensar que somos perfectos, que nuestra forma de ver las cosas es la que vale. Pero ¿no advertimos que la perfección no es vida?
¿Para qué queremos vivir si no podemos corregir nuestra imperfecciones? No vivimos para ser perfectos, para ser maravillosos o invencibles. Vivimos para superarnos, para autodestruirnos o para destruir a los demás. La vida, que ironía, esa viuda negra que nos permite vivir para luego morir o pasar a un mundo mejor, como algunos creen.
La vida, un sueño ensangrentado por la incomprensión y la ignorancia, que nos empuja hacia un vacío, un vacío que somos nosotros mismos.