Lyzzie siguió riendo durante todo el camino a pesar de que su hermana estaba cada vez más nerviosa y aterrorizada. Entraron en casa sin hacer el menor ruido para no despertar a la abuela, dejaron la manzana sobre la mesa de la cocina y corrieron a buscar varios libros de recetas. Estaban tan absortas en su búsqueda que no advirtieron que la abuela se estaba levantando de su siesta diaria. La abuela era una mujer rechoncha, de nariz pronunciada y con una verruga en la frente. Era fea, y las arrugas en su piel aún conseguían que su aspecto fuera más temible. Después de la siesta, siempre solía merendar con sus dos nietas, pero al encontrar la casa tan silenciosa, pensó que habrían salido a jugar con las otras brujas y se dirigió hacia la cocina.
Hacía varios días que debería haber salido a comprar, pero su pereza era tal que ahora solo encontró una nevera vacía y sin nada apetecible, así que debería conformarse con lo poco que quedaba. Sus ojos se depositaron en la manzana roja que había encima de la mesa, la cogió y la mordisqueó hasta acabar con ella. En ese momento, las dos brujitas entraron de nuevo en la cocina con sendas columnas de libros de recetas para arreglar aquel embrollo. Pero al ver el cruel destino que había tenido el Sr. Harrison, se miraron la una a la otra con los ojos abiertos de par en par.
- Lyzzie, eres una estúpida- dijo Haggie casi sin aliento.
A la menor de las dos brujas se le congeló la sonrisa en cuestión de segundos. Aquello había dejado de ser divertido.
Arrancaron la escoba de dos plazas y salieron volando hacia la ciudad para probar la pócima. Sobrevolaron la montaña y al divisar la ciudad, Lyzzie comenzó a gritar de la emoción. Aparcaron su escoba en el parking para brujas y salieron dispuestas a ejecutar sus poderes.
- Mira Haggie, probemos primero con el frutero, es un gruñón quizá le quitemos las malas pulgas de encima.
Haggie no estaba muy segura de querer probar la pócima con el frutero, aunque era un hombre que siempre parecía enfadado, le constaba que era un buen amigo de la familia, si algo salía mal la reprimenda sería terrible, pero por otro lado ¿qué podía pasar si la pócima era una receta de la abuela? Siguió a su hermana hasta la frutería, solo esperaba que aquello saliera bien.
- Buenos días Sr. Harrison- dijo Lyzzie mientras con las manos en la espalda destapaba la botella de la poción.
Cuando el Sr. Harrison respiró la nube mágica que la brujita había dejado escapar, un estallido de estrellas y humo de colores lo transformó en una manzana roja, que quedó tirada en el suelo del comercio.
Lyzzie soltó una carcajada, pero a Haggie se le habían escapado ya dos lágrimas de los ojos y gritaba de rabia y de miedo.
- Lyzzie, eres una mentirosa, esa no era una poción de la abuela, has vuelto a hacer lo mismo de siempre, no sé por qué me fío de ti.
- Vamos, Haggie, no seas así, solo nos estamos divirtiendo un poco.
Haggie, con los ojos ahogados en lágrimas, recogió al Sr. Harrison del suelo y lo guardó en el bolsillo.
-Volvamos a casa Lyzzie, a ver cómo arreglamos esto sin que se entere la abuela.
- Dos ancas de rana, un ojo de tritón, una pluma de búho, cinco lágrimas de cocodrilo y una lengua de lagarto
Al fondo de la habitación se escuchó una risita maléfica que obligó a Haggie a levantar la cabeza y mirar a su hermana, que se retorcía las puntas de su anaranjado cabello con los dedos, mientras que con la otra mano intentaba disimular una nueva risita.
-Oh! No!- dijo Haggie con voz consternada y lanzando un suspiro al aire- Ya has vuelto a cambiar los ingredientes para mis pócimas en el libro de recetas, ¿no es así Lyzzie?
La pequeña bruja arrugó su naricita en un simpático y travieso gesto.
- No, Haggie, esta vez solo trato de ayudarte, esa receta se la robé anoche a la abuela mientras dormía.
- Lyzzie, eres una estúpida, si la abuela se entera de esto, no querrás vivir para contarlo.
Lyzzie comenzó a dar saltitos alrededor del caldero humeante, mientras su sombrero puntiagudo resbaló hasta caer al suelo y se manchó con los restos de la pócima que se habían derramado durante la cocción.
- ¡Vayamos a probarla!¡Seguro que debe ser muy divertida!
- No sé, Lyzzie
¿seguro que esta poción es de la abuela?
La brujita asintió con la cabeza, descolgó el sombrero de su hermana del perchero y se lo dio para que se lo pusiera, mientras ella se arreglaba el cabello y el vestido. Cogió a Haggie por el brazo y de un impetuoso empujón se la llevó hacia el jardín.
-Espera Lyzzie, olvidamos la poción.
-Yo voy a buscarla- dijo Lyzzie volviendo a entrar en la casa.
Llenó de poción mágica una botella de cristal con el cuello largo, le colocó el tapón ovalado y salió corriendo al encuentro de su hermana.
- Hoy llevaremos la escoba de dos plazas.
- ¡Pero, Lyzzie! ¡Esa es la escoba de la abuela! Cojamos las nuestras, como siempre.
- Haggie eres una aburrida, la abuela está hecha un tronco, no se despertará antes de que volvamos.
Aquí os dejo otra vieja reliquia de mi cuaderno verde...
Silencio. Intento advertir el rumor del viento pero solo escucho silencio. Un silencio que me araña el alma y penetra hasta lo más profundo de mi ser, arrancándome la felicidad de las entrañas. Silencio. Un silencio que lucha contra las olas y que acampa en mi herido corazón alimentándose de mis latidos, cada vez más débiles por el dolor. Silencio. Un silencio que se adueña de mi pensamiento y me lleva más allá de la tristeza y la eternidad, y que me hace viajar hasta los sueños más profundos. Silencio. La luna me canta al oído pero yo solo siento silencio, sus palabras se disuelven en el aire para convertirse en nada. Silencio. Esfúmate por mi ventana, al igual que se esfuman mis recuerdos, deja que suene mi risa, deja que hable mi alma. Y otra vez, silencio.
Estoy harta, cansada, molida, tengo los pies hechos puré de patatas. Creo que no recuerdo cuando empecé a caminar, pero tengo la sensación de que fue hace mucho tiempo y eso que solo han pasado 48 horas. Sólo tengo ganas de matar y ese mosquito que se pasea gracilmente por mi monitor las está aumentando, si no fuera porque luego me tocaría a mir retirar los restos fúnebres del pequeño bicho, ya estaría muerto. He recorrido Santa Coloma, Badalona y parte del mundo y nada, nada de nada. En septiembre una boda me reclama, una boda que lleva invitaciones con retraso, y por lo tanto caos aboluto en mi vida. Yo que siempre he sido una persona tranquila, que se toma las cosas con paciencia y estoy desquiciada. No voy a llevar vestido, me niego a gastarme 200 euros en ese precioso trozo de tela (dioooos, pero es que es precioso!!), así que opto por unos pantalones negros y un jersey negro con dragones dibujados en purpurina (con mucho escote, eso sí ;p). Dejaremos el bolso y la bisutería para otro momento debido a que ya están comprados...y hablemos de los zapatos...Rebajas? Ja!ja! permitidme otra vez...reja! Los zapatos este año no han conocido ese término ni en pintura!! Por no hablar de los tacones!! Oye, que una es bajita y le hace gracia llevar tacón, pero no zancos!! Me he recorrido todas las zapaterías del mundo y nada...zapatos preciosos con brillantes y tacones enormes, sandalias preciosas y tacones enormes, zapatos de pico y tacones enormes...Pero ahí no se acaba la cosa!! No todo eran tacones enormes, porque ni tanto ni tan calvo...o eran zapatos con tacones enormes o más planos imposible. Total, que o me compro unos zapatos con los que me arriesgo a pasar el día con la crisma abierta, o me los compro ultraplanos y seguros (como una compresa evax) y me ariesgo a arrastrar los pantalones por todas partes y acabar con sus bajos.
Por cierto...el mosquito acaba de morir...procedo a retirar su cuerpo de la zona del crimen, a hacerle la autopsia y enterrarlo.
Era un murciélago, ahora podía estar casi segura, debió entrar por la ventana sin que ella se diera cuenta, quizá eso era lo que se había estrellado contra los cristales. Algo más tranquila ya por haber reconocido a la criatura, se apoderó de una caja de cartón que guardaba en un rincón del armario e intentó varias veces, y sin obtener ningún éxito, atrapar al maldito bicho que le estaba arruinando la noche. El murciélago gritaba y aleteaba de un lado al otro de la habitación, hasta que decidió que había llegado el momento de mostrar su verdadera identidad. Sus alas se convirtieron en una negra capa y su esquelético cuerpecito, en uno de los vampiros más apuestos que rondaban la ciudad. Lena era una chica muy bonita, de ojos color miel y cabellos sedosos y claros como el trigo, pero ser hija de un aristócrata le suponía un límite para elegir sus amistades, incluso el amor, y eso la apenaba. Recientemente sus padres habían acordado un matrimonio de conveniencia con un joven de buena posición al que no conocía, y desde entonces se había aplicado más que nunca en sus clases de piano para no pensar.
El vampiro se acercó a Lena con cierta seguridad de conseguir a su presa, mientras en el rostro de ella se reflejaban el miedo y la consternación. Esto hizo que aquel intruso que había aparecido de la nada la agarrara por la cintura atrayéndola hacia sí en un solo movimiento, y deshiciera lentamente el lazo de su camisón dejándole los pechos semidesnudos. Lena miró fijamente al vampiro y en sus ojos pudo leer la salvación, tras aquella apariencia de brusquedad, creyó encontrar un mar de ternura, o por lo menos a ella eso es lo que le pareció.
- Niña de ojos claros, sé de tu desdicha. Soy Learzen, el vampiro más poderoso de esta ciudad. Veo que la pena se acomoda sobre tus espaldas y yo vengo a ofrecerte una nueva vida
- ¿Y qué vida puede ser esa? Desde que ya no soy dueña de mis sentimientos, no me importa nada, no encuentro un solo motivo por el que luchar.
- Lena, te ofrezco una vida eterna, donde yo seré tu príncipe azul y tú serás mi hermosa princesa, sin imposiciones.
- Bien, aquí ya no podré ser feliz.
El vampiro le retiró el cabello dejando al descubierto su hermoso cuello y le clavó los colmillos mientras la abrazaba para que no se desvaneciera. Bebió de su esencia hasta que quedó satisfecho y se la llevó lejos, muy lejos de aquella vida.
Dos golpes en el cristal de la ventana fueron suficientes para arrancarla de aquel profundo sueño. Lena, algo asustada, se levantó lentamente, apartó la cortina y se asomó a la ventana, hasta cerciorarse de que en el jardín no había nadie. Volvió a cerrar la ventana pensando que quizá una de las ramas de aquel frondoso árbol, empujada por el viento, había golpeado los cristales hasta despertarla. Ahora la habitación tenía un olor extraño, como de tierra húmeda, que cada vez se hacía más intenso. Se convenció de que el jardinero debía haber regado las flores y se volvió a meter en la cama, esta vez tapándose con la sábana de franela hasta las orejas. Era incapaz de volver a conciliar el sueño, el susto la había desvelado y ahora no podía dormir, así que decidió quedarse estirada mientras daba rienda suelta a sus pensamientos, cuando algo volvió a ponerla muy nerviosa. Le pareció escuchar un aleteo al fondo de la habitación, donde colocaba los libros, y al abrir los ojos para comprobar que todo seguía en orden, descubrió que dos ojos de un amarillo brillante la observaban desde una de las estanterías.
Lena se sobresaltó y se sentó de un bote sobre la cama. Un sudor frió empezó a recorrerle la espalda y el miedo empezaba ya a apoderarse de la pizca de cordura que en aquel momento le quedaba. Se pellizcó el brazo con fuerza y ahogó un grito de dolor, no estaba dormida, aquello era tan real como las clases de piano que impartía dos veces en semana. Como pudo se arrastró por el colchón y palpó a oscuras hasta encontrar el interruptor de la lamparilla. Con la luz encendida todo parecía normal, todo excepto aquella horrible cosa que se aferraba a uno de sus libros de partituras.
Lentamente se llevó los dedos sobre las sienes lamentándose de la turbación que invadía su cabeza. Se sentó al borde de la cama dejando atrás las sábanas de satén morado revueltas sobre el colchón, y giró levemente la cabeza en dirección a la mesilla de noche, en busca de algún rastro que le indicara que todo había ocurrido de verdad, para dejarse caer nuevamente de espaldas sobre la cama. Una botella de whisky y dos vasos a medio beber eran la única prueba que quedaba de que aquella hermosa mujer había pasado la noche con él entre las cuatro paredes pintadas de color mostaza que ahora lo encerraban de una forma casi asfixiante. Apenas era capaz de articular un sonido y tenía las piernas y los brazos entumecidos de dormir en aquel maldito catre. Dejó pasar por su mente cada minuto de esa noche, como si fuera un reportaje de fotos de aquellos que su madre le obligaba a realizarse de pequeño, clavando los ojos en cada detalle. Las cosas comenzaban a aparentar más lúcidas. Aquella mujer le atrajo desde el principio. Su larga melena de rizos negro azabache, sus ojos verdes penetrantes y misteriosos; y aquellos labios tan sensuales habían logrado seducirle. Era el tipo de fémina con el que siempre había soñado, y aquella noche el sueño se había traducido en una bomba de pasión. Sus cuerpos habían sido uno sólo y fundidos por el mismo fuego, pero ella había desaparecido sin mediar palabra. De aquella noche tan sólo le quedaba el dulce perfume de su piel y un mensaje escrito con barra de labios sobre el espejo del cuarto de baño: je t'aime
Corría el mes Meshir de la estación de las siembras. El cuerpo de Senmut había sido momificado según la tradición y, entre sus manos, habían colocado un ejemplar del Libro de los Muertos que le ayudaría a cruzar sin problemas el Duat. El sacerdote había comenzado la apertura de boca y en el mundo subterráneo, Osiris, el Dios de la muerte, esperaba ya impaciente la llegada del nuevo inquilino para realizar el juicio, y decidir así, si pasaría el resto de su vida navegando en la barca de Ra o en el Amenti, recibiendo los castigos de la Diosa Menkeret. Osiris recibió el alma de Senmut casi sin inmutarse, este último tenía el ceño fruncido y el gesto de su boca indicaba que pasar aquella prueba no era fácil, pero apretar el Libro de los Muertos contra su pecho le dio seguridad, y avanzó hasta parar sus pies frente a la balanza. Osiris colocó a un lado de la balanza el corazón y al otro lado la pluma de Maat. Mientras, Senmut miraba impasible y con los ojos abiertos de par en par el veredicto que le empujaría a su destierro. La balanza comenzó a inclinarse hacia el corazón preso de los pecados cometidos, indicio de que jamás llegaría a empuñar los remos en la barca de Ra durante su vida eterna. Una vez que Senmut fuera enviado al Amenti, Menkeret se encargaría de enterrarle la cabeza, atarle las manos y arrastrar su corazón para recordarle sus crímenes continuamente, recibiendo así su castigo eterno.
*Meshir: segundo mes de la estación de las siembras (segunda estación del año en el calendario egipcio); Duat: mundo subterráneo que el alma deberá recorrer sorteando los peligros según el Libro de los Muertos; Amenti: infierno; Menkeret: Diosa del infierno; Maat: Diosa de la justicia; Apertura de boca: ritual mediante el cual se creía que el espíritu del muerto cobraba vida; Aanroo: una de las partes del Amenti.
Hola, amiga. Hoy es el día de recordar todos aquellos momentos de gloria que pasamos juntas, en los que la confianza y la complicidad formaban parte de ti y también de mí. Hoy es el día de recordar cuántas lágrimas hemos intercambiado, cuántas tardes hemos sido confidentes de nuestra pesadumbre y cuántas guerras hemos librado contra el mundo sin importarnos nada de lo que nos rodeaba, solamente tú y yo. Hoy es el día de recordar cómo traicionaste todas esas cosas que compartimos durante tantos años y cómo fuiste creando un abismo cada vez más grande entre nosotras, hasta crear un vacío imposible de salvar. Al principio te creí, pero con el tiempo me empecé a cansar de tus mentiras, ya no te importaba quién sería el próximo en caer a tu saco de historias inventadas, ni te importaba hacerme sufrir por situaciones de tu vida que, ahora, sé que no existían, porque lo he comprobado con mis ojos y con tus propias contradicciones. Me clavaste un puñal en la espalda cuando más te necesitaba, y créeme, esa puñalada me dolió tanto como si una parte de mí se hiciera añicos y cortara cada uno de mis sentidos en mil pedazos. Me duele decir y reconocer que fueron muchos de los que nunca hubiera esperado nada, los que estuvieron a mi lado y me ayudaron a mirar de frente, pero a ti no te vi ¿dónde estabas? Bien sabes que te perdoné infinitas banalidades, que me puse una venda en los ojos e hice como si nunca hubieran ocurrido. Bien sabes que en muchas ocasiones intenté hablar contigo para solucionar la situación y que callé muchas cosas para no dañarte, pero aún así, cada vez que lo intentaba, las palabras que escupías eran como piedras que me golpeaban y lastimaban sin piedad. Me cansé de ser tu diana y recibir tus dardos envenenados, me cansé de no ser más que un saco de sonrisas y comprensión a utilizar según tu conveniencia, me cansé de ser un payaso para tus orgías de fingido dolor y de que esta amistad acabara convirtiéndose en cosa de una sola persona. He esperado mucho tiempo a que recapacitaras, pero no lo has hecho, señal de que nuestra amistad no te importa lo más mínimo. Así que esto es un adiós, amiga, no te guardo rencor, siempre intentaré recordarte por los buenos momentos que pasamos.
Te escribo estas letras desde mi nuevo mundo, dónde sólo tengo por tinta la luz de las estrellas y por papel mi blanco corazón. Desde que llegué aquí, mi lecho han sido las nubes y mi único trabajo mirar al infinito. Las únicas bombas que he apreciado son las gotas de lluvia en ademán de salir disparadas hacia la tierra, para apagar su sed. Hace días que no veo al rencor, sólo he conseguido codearme con la paz y el silencio, ni siquiera el tiempo ha acudido aún a darme la bienvenida, quizá sea que aquí no existan este tipo de nimiedades. Me siento parte de todo, y de nada, como si mi alma perteneciera a cada cosa que miras y que tocas, pero yo, ya no puedo tocarte, y me duele saber que eso tú no puedes saberlo. Siento un vacío que me atormenta desde que no estás a mi lado, y ver tu cara llena de dolor y tu corazón marchitarse, me llena de tristeza. Sin embargo, no quiero que vengas, mereces volver a florecer y ser feliz. No quiero que te olvides de mí, pero tampoco me perdonaría nunca que mi recuerdo empañara tu armonía y te alejara de la felicidad. Sólo me queda decirte que cuando florezcan las rosas en primavera, piensa que son mis sonrisas las que acaricias; y cuando veas llover en otoño, piensa que son mis lágrimas llorando por ti, amor.
Pues...he llegado al post 51!! Así que para celebrarlo os aburro un rato con algunas cosillas sobre mí para que me conozcais un poco más ;p!!
1. Soy un poco tímida...bueno...un poco no...reconozco que a veces demasiado...
2. No soy rara, sólo soy diferente :D
3. Los que me conocen dicen que soy un poco brujilla.
4. Soy tauro y no, no soy cabezona, noooo te dicho que no lo soy, quieres hacer el favor de creerme??
5. Casi siempre utilizo "palabros" raros (según me dicen, porque para mí son normales) y un día Jake, te dedicaré un diccionario para ti solito ;p
6. Para mí la mejor situación sería...una playa por la noche, luna llena, cielo estrellado, el rugir de las olas como banda sonora y una muy buena compañía, soy romanticona, qué le vamos a hacer.
7. Mi primer beso fue...en P5, en el patio del colegio, y me enfadé sí, y mucho porque era mi mejor amigo ;p
8. Sigo al pie de la letra las Leyes de Murphy.
9. Cuando era pequeña siempre tuve la ilusión de tener un Gizmo, pero los reyes magos no me lo trajeron por lo menos hasta los 18 años. Es raro, porque cuando lo anunciaban en la tele no le ponían rombos...Un día de estos le daré una duchita a ver qué pasa...
10. Si crees que soy seria, eso es porque aún no me conoces!
11. Mis flores favoritas son las rosas rojas. Quée? Que soy poco original?? Y lo fácil que es encontrarlas qué, eh?
12. No diré que me chifla Egipto porque a estas alturas creo que ya lo sabeis. Por cierto...Os he dicho ya que me encanta Egipto? ;p
13. Buscas aventuras? Nuevas emociones? Pues únete a mí, te aseguro que no pasa un sólo día que salga a la calle y no me pasen cosas extrañas!
14. Eso de que las mujeres no entienden los mapas lo dirían por mí?
15. Como buena tauro, mis sentimientos son profundos y duraderos...pero si no te quiero no te preocupes...nunca llego a los extremos del odio.
16. Me encantan las películas de animación...y es curioso...casi siempre que voy al cine a ver alguna se me meten motitas en los ojos ¬¬
17. Tengo la habitación llena de monigotes mimosos con la cabeza redonda y la cara simplona...pero de entre todos ellos destaca Lyzzie...la vampirita sádica dentro de su ataúd juas juas juas
18. Me molestan enormemente las injusticias.
19. A los 15 años escribí un proyecto de libro titulado "Sueños de poeta", después me di cuenta de que mi madera de escritora era bastante escasa...
20. Me apunto a un bombardeo :D
21. Lo que más odio de mí...en serio quieres acabar de leer este post algún día?
22. Me quiero más bien poquito, pero me dejo querer fácilmente.
23. Tengo una contractura en la espalda por culpa del ordenador...será maldito? Y eso que paso la mayor parte del día con él :(...Eso no se hace...
24. Me atren las cosas brillantes, pero no soy un cuervo (no, ni aunque normalmente me vista de negro, además este verano me he comprado camisetas de colores eh?).
25. Babeo con los churumbelitos.
26. Mi sueño...ir algún día a Egipto, Italia y Grecia (en ese orden)
27. Me encantan los animales, y sin duda alguna, los delfines los que más...varias veces he pedido que me traigan uno de Canarias...pero ya sabeis, problemas de espacio.
28. Si quieres hacerme feliz llévame al zoo (pero no para dejarme allí ¬¬)
29. La mejor sorpresa...encontrarme como regalo el sarcófago de Tutankamón después de desptricar durante varios días sobre la persona que había llegado a comprarlo antes que yo ;p
30. Los culpables de que yo conociera la blogosfera, y de que hoy os esté dando la paliza son Nakana y King Oniro ;p
Y colorín colorado este cuento se ha acabado!!