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Alma de papel

Su cuerpo yacía desnudo envuelto entre sábanas de seda. Un aire húmedo y cálido entró por las ventanas hinchando las cortinas que rodeaban la cama y la hacían sentir aún más esclava de su propia vida. Neferet abrió los ojos lentamente, como si la sensación de enfrentarse a un nuevo día resultase un castigo cada vez más escabroso y difícil de cumplir. En la mesita, aún descansaban las dos copas de oro engastadas en piedras preciosas que acaudalaron los ríos de vino ofrecido por los Dioses; y en la habitación, aún se podían oler los perfumes y los aceites que le sirvieron para potenciar sus artes amatorias. Durante unos minutos se quedó petrificada observando con lágrimas en los ojos, el cuerpo fláccido y casi sin energía que descansaba a su lado, y se arrepentió, una y otra vez, de haber propinado tanto placer a alguien que sólo la cubría de desprecios. Lanzó un suspiro al aire y miró las piedras incrustadas en el techo y las paredes, las estatuillas de oro y las repisas de mármol tallado, pero nada de eso conseguía hacerla feliz, tanto lujo sólo apretaba más las cadenas que le cortaban la libertad. Al levantarse, recogió del suelo el collar de lapislázuli que él le había regalado, se puso el vestido de lino blanco que descansaba sobre la alfombra, y dibujaba perfectamente cada línea de su escultural figura, apretó el collar entre sus dedos con fuerza y salió silenciosa de los aposentos, dejando sólo a aquel maldito faraón. En la puerta de palacio, miles de caras hambrientas luchaban por conseguir un sólo grano de trigo, tan escaso en aquellos momentos.

Escrito por Lyzzie el30 de Mayo de 2004 | Huellas (21)

ya llegan

Ya están llegando. Sus filas ya están atrincheradas en la puerta de mi casa expectantes a cualquier movimiento, a cualquier fallo, a cualquier descuido. Ya están preparados para la guerra con sus cascos, sus trajes militares y sus armas de destrucción masiva. ¿Por qué todos atacan mi base secreta? Me levanto por la mañana y me doy cuenta de que los tiroteos han comenzado, y han dado en la diana. A fuerza de punzadas se han abierto camino y han perforado mi piel, absorbiendo parte de mi sangre para alimentarse como vampiros. Yo solo siento picor y ganas de venganza. En silencio, preparo mi defensa...la cámara de gas que les llevará a la muerte yace sobre el escritorio esperando a que advierta un sólo zumbido. Mientras me esfuerzo en preparar mi PAE para la exposición de la semana que viene, dos soldados osan interrumpir mi concentración. Mi mano enfurecida se aferra a la cámara de gas y deja escapar una nube del mismo, consiguiendo atrapar a los individuos. El ejército de los mosquitos acaba de sufrir la baja de dos de sus mejores soldados. Les odios, les odio, les odio. Acabaré con todos ellos, jamás volverán a tocar una sola gota de mi sangre. Lyzzie se relaja y deja la zapatilla cerca por si hubiera que volver al ataque.

Escrito por Lyzzie el26 de Mayo de 2004 | Huellas (21)

abriendo puertas

Mis pies descansan sobre un mosaico de cristales de colores que adorna el suelo. Los rojos, los azules y los dorados se mezclan en la habitación emanando destellos de luz que me ciegan y me impiden ver lo que hay más allá de mis pestañas. Movida por el desasosiego y la ignorancia, decido seguir caminando, hasta que la sed y el desaliento empujan mis hombros hacia abajo y consiguen doblegar mis piernas hasta hacerme caer de rodillas sobre el polvoriento sendero. Frente a mí, tres puertas permanecen erguidas e impasibles esperando a que mi mente acelere el pensamiento y decida cuál de las tres es la que voy a cruzar.
A la izquierda un gran portón de madera se esconde tras un atisbo de humedad y moho, quizá representando lo que en algún tiempo fue la entrada a un respetuoso castillo medieval. En el centro, una pequeña puerta elaborada con cañas de bambú, posiblemente fruto de las manos endurecidas del miembro de alguna tribu. A la derecha, una cortina confeccionada con hojas de trébol y pétalos de rosa, quizá obra de alguna ninfa que se aburría en el corazón de algún bosque encantando.
Tras algunos minutos de reflexión, agacho la cabeza, recojo todas las fuerzas que habían quedado esparcidas por el suelo, me levanto y camino hacia el portón, arriesgándome a perderlo todo en una sola partida.

Escrito por Lyzzie el24 de Mayo de 2004 | Huellas (14)

Reliquias

Aquí os dejo otra de esas reliquias que guardo con cariño en mi libreta de tapas verdes...

Lo sabía, sabía que sus ojos se clavarían en los míos y me arrebatarían el brillo y la seguridad. Sabía que dejaría sus huellas de amargura en lo más profundo de la sinceridad y borraría para siempre la sonrisa de mis labios.
Yo sólo quería sentir el amor y saber de sus encantos y hechizos, y lo supe. Pero ahora sólo veo un camino oscuro y sin estrellas que me conduce hacia la más entristecedora soledad. Me pregunto por qué no puedo volver a sentir aquella luz en mi pecho, por qué avanzo sin que mis pies lleguen a dar un sólo paso adelante. Quisiera volver a sentir su suave voz regalándome dulces palabras al oído. Quisiera no tenerle en mi corazón, olvidarle para siempre y comenzar una nueva vida. Quisiera odiarle, pero ¿qué sería el odio sino otra forma de amor? Quisiera no amarle y vivir, pero ¿para qué vivir, si vivir sin él sería morir de amor?

Me alegro de que haga muchos años que no escribo cosas tan tristes...

Escrito por Lyzzie el22 de Mayo de 2004 | Huellas (11)

magia en las palabras

Me gustan aquellas personas que me hacen sentir bien, que acaparan mi atención de una forma espectacular, que ahogan los delirios en un mar de bienestar. Me gustan las personas que saben escuchar, que consiguen sacar lo mejor de mí, que permiten que fluyan los sonidos de mi garganta sin necesidad de medir lo que están cantando. Me gustan las personas que ensalzan las ilusiones, que sonríen cuando necesitas una sonrisa. Me gustan las personas que saben dar consejos, que consiguen ruborizarme haciéndome sentir especial. Me gusta la gente que hace que mis reflexiones se menifiesten. Me gusta la gente que desprende magia en las palabras.

Escrito por Lyzzie el21 de Mayo de 2004 | Huellas (16)

mi vecino totoro

Totoro es un espíritu del bosque que vive feliz tras el agujero de un árbol. Por las noches vuela libre por el ancho cielo y se alimenta de bellotas. Ama a los niños y se desvive por hacerles felices. A pesar de su gran tamaño, desprende dulzura y magia, mucha magia. Totoro es mi regalo de cumpleaños, ayer volví a sentirme como una niña. GRACIAS.
Escrito por Lyzzie el19 de Mayo de 2004 | Huellas (25)

Érase una vez...

Hace hoy veintidós primaveras que mis ojos vieron la luz por primera vez. Recuerdo que vivía en un medio bastante húmedo pero que resultaba confortable y me ofrecía seguridad. Dedicaba mi tiempo a dormir y escuchar a través de las paredes que me encerraban sin preocuparme del presente o del mañana, porque ni siquiera sabía que ellos existían. Notaba como poco a poco mis manos y mis pies iban tomando forma y crecían pero eso a mí no me importaba porque me sentía bien, porque no esperaba nada. Oía voces a través de las membranas pero no entendía lo que silbaban, ni podía imaginar quiénes eran puesto que la imaginación aún no había puesto sus motores en marcha.
Un día la curiosidad me empujó a querer salir para descubrir lo que se cocía al otro lado de la barrera, porque el otro lado existía, de eso sí que estaba segura. Así que emprendí mi camino hacia la luz, sin retorno, sabiendo que nunca más volvería a flotar en aquel fluido cálido. La mala suerte, o quizá la inexperiencia, me llevó a la confusión y a cometer el gran error de apoyar sobre lo desconocido mis pies, antes que mi cabeza. Sentí un aire gélido que me abrazaba los tobillos y que me hizo estremecer, pero a la vez sentía cómo mi entorno se rompía y dejaba paso a un aire poco oxigenado que me cortaba la respiración. Sentí como poco a poco se escapaba la vida entre mis dedos, pero ellos no la dejaron marchar y me ayudaron a descubrir mi nuevo mundo, ese que a partir de entonces sería mi residencia. Cuando abrí los ojos pude verlos a todos allí, a los que me hablaban desde el otro lado, y sonreí, sonreí para ellos. A medida que fui creciendo y mi capacidad para entender se fue ensanchando, mi madre me explicó que aquellos que me ayudaron eran los médicos, que aquel día su sindicato les había reunido y estaban de huelga, que tuve mucha suerte de que uno de ellos viera mis pies aparecer y me atendiera, y lo más importante…que debería haber asomado la cabeza primero para no asfixiarme.

Escrito por Lyzzie el18 de Mayo de 2004 | Huellas (17)

Escúchame

He venido regada por el llanto
para que me escuches,
no, no hables,
sólo mírame a los ojos
y pon la mano sobre tu pecho.
He venido a decirte que te quiero,
que mi amor se enciende como un fiero volcán
y que se derrite como la nieve
cuando recibe los rayos de su amor el sol
en la cuna más alta de su montaña,
que me siento feliz
como la tierra mojada por la lluvia
cuando tú estás cerca de mis pensamientos
y sólo mi alma
sabe cómo me siento cuando te alejas.
Ahora me marcharé en silencio
y no volverás a saber de mí si no lo deseas,
pero antes escucha,
¿no sientes un llanto dentro de tu pecho?
Es tu corazón,
te pide desconsolado que abandones tu orgullo
y le entregues el amor,
todo el amor que ahora le estás negando.

Esto es algo que escribí hace mucho tiempo y que hoy, al volver a leerlo, me ha arrancado una sonrisa.

Escrito por Lyzzie el15 de Mayo de 2004 | Huellas (12)

durmiendo con el enemigo

Todos somos conocedores de la grandísima Ley de Murphy "La tostada siempre cae por el lado que está untado", pues bien, he llegado a la conclusión de que mi tostada está untada por los dos lados, por uno mantequilla y por el otro mermelada de fresa. Debo haberle caído en gracia al señor Murphy porque antes de destaparme la cabeza para salir de la cama, ya está picando con sus nudillos en mi puerta. Basta que pronuncie la palabra muerto para que el señor Murphy saque su varita mágica y coloque a dos ancianos a mi lado para que sus miradas me fulminen. No hay más que hablar de que los chinos siempren ganan en las tragaperras para que el señor Murphy chasquee los dedos y coloque a un sujeto de dichas características a mi vera. Basta con no llevar un día paraguas porque el bolso es demasiado pequeño y hace un sol deslumbrante, para que el señor Murphy le de una patada a una piedra y caiga el diluvio universal. A este paso, monto un circo y me crecen los enanos, voy al desierto y se ahogan los lagartos, voy al mar y se seca.
¿Alguien quiere conocerlo? Os aseguro que es un amigo inseparable.

Escrito por Lyzzie el13 de Mayo de 2004 | Huellas (16)

la del espejo

Siento su presencia flotando a mi alrededor continuamente y estoy cansada. Cuando estoy callada y reina el silencio, grita dentro de mi cabeza, me habla cosas sin sentido, me taladra el pensamiento como si fuera mi conciencia. Algunos dicen que es mi ángel de la guarda, pero cada vez que la miro veo su cola de demonio asomando bajo su vestido en un intento de no ser descubierta.
Cada vez que miro hacia el espejo la veo ahí imitando mi forma de vestir, mi peinado e incluso mis gestos. No puedo soportar sus ojos penetrantes clavándose en mis pupilas y adoptando un tono casi burlón que me supera.
Vete, olvídate de mí, aléjate, no te necesito. No quiero que me espíes nunca más a través de un cristal, no quiero que me hables solamente cuando no hay nadie. Solamente quiero que dejes de ser yo.

Escrito por Lyzzie el11 de Mayo de 2004 | Huellas (15)

loca por tus huesos

Soy incapaz de recordar cuándo te conocí, aunque sé que fue hace mucho tiempo. Desde el principio conseguiste acaparar mi atención y te colaste en mi corazoncito sin que pudiera darme cuenta. Tú supiste acompañarme cuando mi sed de sabiduría me secaba la garganta, con tu gran experiencia, con todas tus victorias y derrotas, por ti aprendí a leer entre líneas la vida. Fuiste confidente de mis emociones, de mis alegrías, me mirabas en silencio desde allí, desde el otro lado, pero siempre supe que me acompañabas. Quizá mis manos desgastaron demasiado tus amarillentas páginas y luego no supe compensarte. Me siento feliz de ser un resquicio de tu esencia, aunque sea de una forma insiginificante, quizá la que me merezco. Sé que te fallé, me pasé al otro bando y me convertí en aliada de tu mayor rival, pero nunca te abandoné. Siempre tuve momentos para ti, siempre te reservé los minutos más preciados de mis días. Aún hoy sigo creyendo en ti porque sé que puedes resistir tormentas y tifones, sabes que siempre serás dueña de mi ser, porque vivo loca por tus huesos, amiga Historia.

Escrito por Lyzzie el 9 de Mayo de 2004 | Huellas (8)

Rabia e impotencia

Rabia e impotencia, esos son los dos sentimientos que hoy corren por mis venas y afloran al exterior en una brutal embestida. Cabalgan sinuosos y acomodados, suben por mis brazos, mi espalda, mi cuello, me presionan con violencia y estallan en una tormenta de lágrimas. Mis oídos sólo alcanzan a divisar sonidos que al unirse resultan hirientes, humillantes; y no puedo con ellos. Me gustaría haber podido gritar, devolver de un raquetazo las palabras, pero he tenido que limitarme a callar, a permanecer en silencio. Nunca había sentido tanta angustia acumulada, jamás nadie me hizo sentir como una bolsa de basura llena de despojos. Sólo he sabido esperar a que las agujas del reloj aceleraran su marcha y me rescataran del abismo. Siento rabia de ser tan débil cuando menos lo necesito, afortunadamente en la otra orilla del río, encontré comprensión y manos que se extendían para ayudarme.

Escrito por Lyzzie el 7 de Mayo de 2004 | Huellas (22)

Gotas de lluvia

Las gotas de lluvia se estrellan contra mi paraguas y resbalan por la tela sinlenciosas; el cielo insiste en cubrirse con una manta gris de nubes que le impiden sonreír. La gente va de acá para allá cobijada bajo sus chaquetas, sus paraguas o los balcones que sobresalen de las fachadas, sin rumbo, algunos cabizbajos, otros indiferentes. Tantas personas que se agolpan en las calles caminando, paradas ante los semáforos, tantas y todas ellas tan diferentes. Basta con mirar sus caras para adivinar que sus pensamientos vuelan en distintos cielos, todos viviendo en el mismo mundo pero a la vez en su paraíso o su infierno particular. Pensamientos que laten en un silencio, fantasías que desbordan la realidad, cada uno, ahogado en su propio vaso de vino.

Escrito por Lyzzie el 5 de Mayo de 2004 | Huellas (9)

Cambios

Me siento extraña, todo a mi alrededor es diferente, las cosas, las situaciones, las personas. No sé reaccionar ante este cambio, me encuentro perdida, el final del camino queda lejos, no veo la luz. Las palabras resuenan en mi cabeza a modo de eco y no las entiendo, no suenan igual que antes, ahora todo es distinto. Miro atrás y recuerdo aquellos días, sonrisas, gestos majestuosos, bienestar, buen ambiente. Ahora no volveré a respirar de ese aire. Jamás pensé que un lugar pudiera acaparar tanto de mi ser, sólo sé que quiero volver allí. A partir de hoy, ya no habrá ilusión al amanecer, al llegar sólo miradas agrias por encima de las gafas. Veo una montaña enorme que debo subir, tengo dos meses para ello pero...¿conseguiré llegar a la cima?¿alguien me ayuda a encontrar el sendero?

Escrito por Lyzzie el 3 de Mayo de 2004 | Huellas (13)

Sin pelos

Sin pelos en la cabeza, así estoy yo de tanto que hoy me he tirado de ellos. El día se presentaba tranquilo, de fiesta, apacible, pero mientras los trabajadores descansan, los hackers se dedican a hacerle la puñeta a Bill (sí, sí, al Gates, a ese al que todos conocemos por el famoso pantallazo azul, por sus sistemas operativos de gran calidad...) sin advertir que a quien realmente hacen la puñeta es a los estudiantes que tienen sus trabajos guardaditos en una carpeta del ordenador. Como casi cada sábado me he limitado a levantarme, encender el ordenador, conectarme a Internet y darle caña a mi burrito para que descargue esas películas que con tanta ansia espero. Cuando he vuelto de desayunar, de pasar la escoba por el resto de la casa y ducharme, un bonito cartel anunciaba la desgracia: su ordenador será reiniciado en menos de un minuto...Error de windows?Error de explorer? Nooooooooo...W32 Sasser Worm! El pequeño animalito, con un solo movimiento de patas, ha decapitado al antivirus y ha pasado por encima de él sin compasión, apoderándose de todo. Cuando me he dado cuenta ya no había ni trabajos de prácticas, ni mp3, ni películas, ni carpetas, ni archivos de sistema. Nada, res, missing, cero patatero. Al final, después de pasar una mañana histérica y con instintos homicidas, he conseguido cargar mi escopeta de insecticida y acabar con el enemigo. Aún me pregunto por qué no he cambiado ya a Timowindows por Linux.
Por cierto...el animalito se contagia por el simple hecho de conectarse a internet, así que cuidado que lo envía el mismísimo diablo!!

Escrito por Lyzzie el 2 de Mayo de 2004 | Huellas (13)