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melancolía

Hoy es un día extraño, de esos en los que la melancolía se apodera de ti sin un motivo evidente. Me apetece escuchar canciones tristes y dejarme llevar por la música, flotar abrazada a cada una de las notas que suenan entre estas cuatro paredes, sintiéndome parte de ellas. Quizá sea la proximidad de las fechas navideñas y recordar a los que ya no están, o los fríos días que nos envuelven, no lo sé. Es uno de esos días en los que se necesita un dulce beso, unos brazos que te arropen sin pedir explicaciones...¿quién no se ha sentido así alguna vez?

PD: Gracias por todos los comentarios en el post anterior ;), Lyzzie vuelve a la carga después de vencer al señor Influenzae XD!

Escrito por Lyzzie el27 de Noviembre de 2004 | Huellas (17)

Welcome Mr. Mixovirus

Aiiins qué malita estoy y qué poquito que me quejo!! Hace unos días que el señor Mixovirus Influenzae se ha apoderado de mi organismo y ha asentado de forma ilegal una fábrica de mocos. No puedo respirar, me duele la garganta, no paro de toser, me duelen los músculos, me duelen los oídos...Estoy enganchada al paquete de kleenex y a la botella de jarabe (viva el Actithiol!!) ¡Viva! (vocecillas marcianas gritando a coro).
Ahora solo espero ese momento de lucidez en que mi cabeza vuelva a estar en condiciones (si es que algún día lo estuvo ¬¬). Se aceptan regalos de parte de las visitas, no pondré pegas a ninguno...podeis dejar flores, ositos de peluche, un billetito para viajar a Egipto...cof, cof...XD
Por cierto...leyendo el último post de Jake he recordado un par de sueños que he tenido últimamente...en el próximo post os los cuento!

Escrito por Lyzzie el23 de Noviembre de 2004 | Huellas (13)

Sin respuestas

Hoy he abierto los ojos más allá de lo que me rodea porque ese más allá se ha hecho realidad abofeteándome la cara de improvisto. Intento encontrar una explicación pero no la encuentro, en mi cabeza sólo escucho el eco de dos palabras "¿por qué?". Me siento cansada de lanzar preguntas retóricas al aire, siento que nadie las escucha o simplemente que no las contestan porque están hechas para eso, para no ser contestadas. Muchas veces he pensado que la vida era un maldito diablo que jugaba conmigo y con mis sentimientos para llenar su espacio de ocio, hoy me retracto de ello, lo que se llevó de mí era sólo un pequeño bocado para llenar el estómago mientras llegaba el menú principal. Hoy sé que soy afortunada, que puedo dar gracias a lo que tengo y a lo que soy, porque puedo vivir sin pararme a pensar si maña quiero o no dejar de respirar. No existen lápices capaces de dibujar lo que mis ojos han visto porque no tiene nombre, ni forma, porque incluso yo soy incapaz de describir lo que me ha pasado por la cabeza. Y aunque sé que puedo ser fuerte, no lo haré, no me apetece. Hoy lo único que me queda por decirle a la vida es, que si su trabajo consistía en cultivar el sufrimiento en los corazones humanos, ya puede pasar a recoger su factura, que seguramente se encontrará con un aumento de sueldo.

Escrito por Lyzzie el18 de Noviembre de 2004 | Huellas (21)

sílbame ese cuento (VI)

Me fui dejando atrás a mi familia, mi negocio y mi propia vida, para correr a embarcarme en un proyecto bélico que me destrozaría por completo. La sangre me hervía y la sed de odio me secaba la garganta, no veía más allá de recuperar lo que creía que nos habían robado. Mantenerse ileso en el campo de batalla era casi tan complicado como mantener la compostura. A mi alrededor no veía más que cuerpos mutilados o heridos, alaridos de dolor y desesperanza; y soldados que se consolaban con una foto o una medalla mientras permanecían resguardados en las trincheras. Los disparos iban y venían quedándose incrustados en la tierra, en los árboles o en la carne humana, el aire olía a odio y con cada bocanada que respiraba, llenaba mis pulmones de miedo y ansiedad. Vi hombres llorar desesperados al ver cómo cientos de cadáveres se iban acumulando como trastos viejos e inservibles, vi a la muerte flotar indecisa pensando qué individuo se llevaría en ese momento al mundo de los muertos, vi el terror reflejado en cada uno de los rostros que me rodeaban. Sentí sobre mí el peso de la guerra...

Continuará...

Escrito por Lyzzie el14 de Noviembre de 2004 | Huellas (19)

reglas

Reglas esenciales para pasarse la parada de autobús:

1. Comprar una empanada mental made in Lyzzie (importante meterla en la mochila antes de irse a dormir).
2. Levantarse a las 6 de la mañana con el cerebro aún en el séptimo sueño.
3. Entrar en el metro, coger un buen sitio cerca de la puerta y sin riesgo de espachurramiento.
4. Marujear con tu compañera de prácticas.
5. Marujear tanto hasta que casi te pases la parada de metro.
6. Salir del metro y coger el autobús (si puede ser el q te lleva a tu destino y no a la conchinchina, mucho mejor).
7. Marujear en el autobús hasta estar en la parada que corresponde, afirmar que no es la parada en cuestión y cuando se estén cerrando las puertas decidir que ahí es donde deberías haberte bajado.
8. Bajarse en la parada siguiente y subir andando hasta tu destino mientras te meas de la risa por el camino.
9. Para no ganarse la fama de empanado, es importante q ningún otro compañero vaya en ese mismo autobús y se percate de lo sucedido.

Escrito por Lyzzie el10 de Noviembre de 2004 | Huellas (12)

sílbame ese cuento (V)

Silbado para David ;)
Anteriormente: I-II-III-IV

La muchacha dejó el abrigo de piel sobre la cama al tiempo que saludaba enérgicamente al anciano. Cogió la silla de verde tapizado que siempre descansaba en el rincón, cerca de la cama, le cogió la mano apretándola a modo de comprensión y cariño; y se dispuso a escuchar aquella misteriosa historia con los ojos bien abiertos y chispeantes de la emoción.
-Quizá sea una historia un poco larga y enredada, si no te apetece escuchar...
-No se preocupe, tómese el tiempo que necesite- María le dibujó una sonrisa.
-Bien, pues es hora de comenzar con el relato.
Yo era un pequeño empresario en la ciudad de Madrid. No era una empresa de mucho peso, pero nos dedicábamos a la elaboración y tinción de telas; y el negocio funcionaba medianamente bien. Estaba felizmente casado con una mujer de buena familia, una mujer hermosa y delicada que hizo de mi juventud la etapa más feliz de mi vida. Ambos deseábamos compartir nuestra felicidad con un bebé, pero las cosas no se presentaron fáciles, hasta que tras el sufrimiento de dos abortos, al fin conseguimos cumplir ese deseado sueño con nuestra única hija. Con el poder en manos de los militares, la vida había transcurrido tranquila y apacible para mi familia, gozábamos de una buena economía y de todas las comodidades de la época, pero con la llegada de la Segunda República la política empezó a revolucionarse. Siempre fui un hombre interesado en los asuntos políticos y la posición de los republicanos me incomodaba sobremanera, y mientras ellos quemaban nuestras iglesias, los falangistas conspirábamos a sus espaldas. A Gloria, mi esposa, esta situación no le gustaba, ella prefería una vida apacible sin intromisiones en cuestiones políticas, pero yo era testarudo y continué empujado por mis instintos metido en aquellos enredos. Cuando estalló la Guerra Civil, no dudé un instante en que mi sitio estaba allí, defendiendo mis ideales. Ella me suplicó una y otra vez que me quedara, pero no la escuché. El día de mi partida, mi hija tenía aproximadamente tu edad,se llamaba Laura.
Continuará...

Escrito por Lyzzie el 7 de Noviembre de 2004 | Huellas (11)

El caracol y el rosal

En un hermoso jardín había un rosal y, debajo de él, un caracol. Pasaron los años y el rosal no paraba de florecer, mientras el caracol permanecía en el mismo sitio, pensando. Algunas veces sacaba la cabeza y veía que todo seguía igual: las vacas daban leche, y el rosal, rosas frescas. Cierto día el caracol se asomó y le dijo al rosal: "Ahora es usted viejo, pronto se marchitará y sólo servirá para leña". El rosal que nunca había pensado las cosas de esa manera, le contestó: "Lo único que he sabido hacer es florecer gracias al sol y la lluvia. Me alegro de haber adornado y perfumado las casas y de haber servido de inspiración a los poetas". Y el rosal añadió: "Usted, en cambio, no hace nada más que pensar".
El caracol le respondió: "He llegado a la conclusión de que el mundo no me interesa, ni tampoco dar nada a los demás. Conmigo tengo bastante". Inmediatamente se metió en su concha y taponó la puerta. Mientras el rosal florecía en su inocencia, el caracol dormitaba dentro de su casa, mecido por sus propios pensamientos.

Artículo del periódico Barcelona 20 minutos

Escrito por Lyzzie el 5 de Noviembre de 2004 | Huellas (16)